Análisis | Tormented Souls 2

Más oscura, más intensa y más fiel que nunca al espíritu del survival horror de los 90.

Los hermanos chilenos Gabriel y Germán Araneda Quijada, fundadores del estudio Dual Effect, vuelven a recordarnos que el terror clásico sigue muy vivo. Con el primer Tormented Souls ya conquistaron a los nostálgicos de los survival horror noventeros y con esta secuela, el homenaje se convierte en afirmación. Tormented Souls 2 no solo es un regreso, sino una declaración de intenciones, un juego de terror para quienes aman el desafío, la tensión y ese miedo que se cocina lentamente, entre pasillos estrechos y sombras traicioneras.

A las puertas de Halloween, Caroline Walker vuelve a enfrentarse a sus demonios, reales y metafóricos, en una nueva pesadilla donde la fe, la culpa y la sangre se entrelazan en una espiral de horror clásica.

Tras los angustiosos sucesos del Hospital Wildberger, Caroline Walker intenta llevar una vida normal junto a su hermana Anna. Pero la paz parece no llegar nunca. En los meses siguientes, Anna empieza a sufrir visiones violentas y a dibujar escenas que pronto se vuelven reales. Caroline, desesperada por ayudarla, viaja hasta el pueblo chileno de Villa Hess, donde se alza un convento aparentemente dedicado a sanar, aunque tras las sonrisas serviciales de las hermanas se esconde algo grotesco.

La historia arranca cuando las hermanas llegan al lugar y son recibidas por la misteriosa Hermana Angélica, que las conduce al convento. Anna desconfía desde el principio, creía que iban a un balneario, pero Caroline insiste. Tras descansar del viaje, se despierta sobresaltada. Anna ha desaparecido. Su búsqueda la lleva hasta una escena dantesca al descubrir a un grupo de monjas retener a su hermana por orden de la Hermana Lucía, quien asegura que sus vidas pertenecen al convento por un antiguo juramento familiar.

Desde ahí, la trama se despliega como un rosario de terrores. A través de documentos, diarios y escritos del personal del lugar, iremos desenterrando los secretos de Villa Hess y de la familia Walker, en un relato que alterna lo religioso y lo macabro, la fe y la carne, lo divino y lo monstruoso.

Llegados a este punto os estaréis preguntando si es necesario haber jugado al primer juego y lo cierto es que no. Esta secuela puede disfrutarse por sí sola, sin necesidad de conocer los acontecimientos del Hospital Wildberger. Sin embargo, sería un desperdicio no hacerlo. El original no solo introduce a Caroline y a su hermana Anna, sino que también sienta las bases de la oscura mitología que Dual Effect quiere contarnos a largo plazo. Jugarlo antes permite apreciar muchos matices como detalles, guiños y conexiones emocionales que enriquecen enormemente la experiencia. Y es que, en el fondo, ambos juegos forman dos piezas de un mismo espejo.

Tormented Souls 2 es puro survival horror clásico, y eso se nota desde el primer segundo. La exploración, los puzles y la gestión del inventario son el corazón del juego. Cada recurso cuenta, cada bala se piensa y cada paso puede ser el último.

El sistema mantiene el espíritu de los títulos de antaño con cámaras fijas, guardado limitado mediante cintas y controles tipo tanque, aunque ofrece un modo asistido para quienes buscan una experiencia algo más relajada. De hecho, hay tres niveles de dificultad, y uno adicional que se desbloquea tras completar la historia, pensado para quienes disfrutan del castigo.

El uso de la luz es vital, si permanecemos demasiado tiempo en la oscuridad, Caroline morirá. Así que toca alternar entre el mechero y el arma, o aprovechar los candelabros distribuidos por las zonas para crear puntos seguros. Y no es una exageración decir que la iluminación se convierte en una mecánica de supervivencia tan importante como la munición.

El combate es tenso y deliberado. Los enemigos no abundan, pero cada encuentro puede ser letal. Nuestra protagonista puede improvisar armas como la pistola de clavos, la escopeta o el martillo, e incluso rematar a los enemigos caídos para evitar que se levanten. La munición escasea, los consumibles curativos (kits de primeros auxilios, povidona o analgésicos) son limitados, y el inventario nos obliga a pensar cada movimiento.

El juego introduce además un sistema de guardado con recapitulación de forma que cada vez que Caroline graba su progreso, realiza un breve resumen de los hechos, un detalle útil si retomamos la partida tras unos días.

En cuanto a los puzles, decir que son una maravilla. No resultan imposibles, pero sí ingeniosos, perfectamente integrados en el entorno. Las soluciones suelen estar cerca, aunque exigen observación y lógica. Algunos recuerdan a los mecanismos de Resident Evil o Silent Hill: llaves, mecanismos, símbolos y acertijos que mantienen viva la esencia del género sin frustrar al jugador. Si os gustan los rompecabezas, vais a gozarlo.

Visualmente, Tormented Souls 2 es un regalo para los amantes del terror clásico. Los escenarios rebosan detalle: tallas religiosas, candelabros, libros antiguos, vasijas que esconden recursos, pasillos agrietados, cocinas plagadas de insectos… En lo grotesco hay belleza, y Dual Effect lo sabe. La cámara fija potencia esa sensación de vulnerabilidad constante, recordándonos a Resident Evil: Code Veronica o Fatal Frame.

Las animaciones de Caroline se sienten naturales, mostrando su estado de salud tanto en el movimiento como en su respiración. El uso de luces y sombras es soberbio, cada chispa del mechero, cada parpadeo de una vela, contribuye a una atmósfera opresiva pero hipnótica.

El sonido, por su parte, está al servicio del miedo. No abusa de la música, sino que confía en los silencios y los sonidos ambientales como el crujir de la madera, gritos lejanos, el susurro de algo que no debería estar ahí. Cuando la música entra, lo hace con sobriedad, elevando los momentos de tensión o de descubrimiento. Todo encaja como un reloj.

Tormented Souls 2 es una carta de amor al terror de los 90. Dual Effect refina su fórmula sin traicionar su esencia: puzles, oscuridad, recursos escasos y una ambientación capaz de helar la sangre. Su atmósfera, su diseño artesanal y su respeto por el género lo convierten en una de las propuestas más sólidas para este Halloween.