Análisis | Fading Afternoon

Análisis | Fading Afternoon

Un retrato pixelado de la melancolía y el paso del tiempo en la vida de un yakuza.

Ficha Técnica

Cover for Fading Afternoon

Título: Fading Afternoon
Desarrollador: Yeo
Editor: Yeo
Distribuidor: Tesura Games (edición física en Switch)
Plataformas: Nintendo Switch, PC
Fecha de salida: 2023 (PC), 2024 (Switch)
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español
Cómpralo: Steam / Edición Física Switch (Tesura Games)

Hablar de Fading Afternoon no es fácil, de hecho después de jugarlo, he necesitado un tiempo para que las sensaciones maceraran, como un vino que se asienta, y así poder compartir una visión más clara. Para algunos es un juego denso, casi hermético; para otros, una pequeña joya indie con un aire fresco y melancólico. Y la verdad es que ambas conclusiones son acertadas. La obra de Yeo, responsable también de The Friends of Ringo Ishikawa y Arrest of a Stone Buddha, se sitúa a caballo entre un beat ‘em up, un simulador social y un walking simulator. Suena extraño, pero funciona. Y es que más allá de etiquetas, este título es un viaje íntimo, pausado y cargado de silencios que dicen mucho más que los diálogos.

Historia

En Fading Afternoon nos ponemos en la piel de Seiji Maruyama, un yakuza de mediana edad que acaba de salir de prisión. El mundo ha seguido adelante sin él, y lo que antes era poder y respeto ahora es incertidumbre. Su clan, debilitado y fragmentado, apenas sobrevive, y nosotros debemos decidir cómo afrontamos este regreso a una ciudad que ya no nos pertenece.

No hay objetivos claros ni un marcador de misiones que nos lleve de la mano. En el juego, como en la vida real, las cosas ocurren y debemos hacernos a ellas. Quizá un día pasemos las horas entre bares y pachinkos, y al siguiente, nos enfrentemos a bandas rivales en callejones oscuros. La narrativa se despliega poco a poco, en fragmentos, con conversaciones escuetas y recuerdos que aparecen como fantasmas. Y en medio de todo ello, la sensación constante de que el tiempo apremia y que el final, de una forma u otra, está cerca.

Jugabilidad

Fading Afternoon no es un juego para quienes buscan inmediatez. Su ritmo es lento, casi contemplativo. Nuestro protagonista camina, fuma, se sienta, observa… y es en esos pequeños gestos donde encontramos parte de la magia. El juego nos empuja a vivir los días de Seiji con sosiego: pagar el hotel, cuidar la salud, mantener relaciones sociales, invertir dinero o, si toca, pelearnos con bandas rivales.

El combate, heredero de los clásicos beat ‘em up, es directo pero exigente. Golpes, llaves, armas improvisadas… no es un sistema complejo, pero sí lo suficiente como para que nos obligue a aprender y adaptarnos. Además, cada pelea tiene un coste; las heridas que requieren tratamiento, facturas médicas que merman nuestro bolsillo y un riesgo constante de perder el control del territorio.

A todo esto se suma la gestión diaria. El dinero no alcanza, los días se agotan y las decisiones, desde cenar fuera, dormir en la calle o simplemente afeitarnos para mantener el respeto, serán fundamentales.

Llegados a este punto me gustaría decir que en la versión de Nintendo Switch, los controles son espantosos. Me ha costado mucho adaptarme a ellos y si eres de los que se frustran rápido, es posible que abandones el juego antes de que se ponga interesante.

Gráficos y Sonido

Artísticamente, Fading Afternoon es una carta de amor al pixel art. Yeo vuelve a demostrar que cada píxel puede transmitir más de lo que aparenta. Los barrios japoneses de los años 80 se sienten vivos, llenos de detalles y de una paleta de colores que logra evocar la nostalgia. Desde un atardecer teñido de naranja hasta el neón de un karaoke, cada escenario destila carácter único.

La banda sonora acompaña con precisión quirúrgica. Melancólica, sobria y cargada de matices, se entrelaza con la experiencia de manera natural. No busca deslumbrar, sino envolvernos en ese aire reflexivo que define al juego. Y cuando el silencio se impone, lo hace con la misma fuerza que una melodía.

Conclusión

Fading Afternoon es un título atípico. No busca gustar a todo el mundo, y probablemente por eso tiene tanta personalidad. Su historia, contada más en gestos que en palabras, refleja la crudeza de una vida que se consume a destiempo. Es denso, sí, y en ocasiones frustrante, pero también honesto y profundamente humano.

Quien logre conectar con su protagonista, Seiji Maruyama, encontrará un retrato íntimo de la decadencia, del peso del tiempo y de la melancolía de un Japón que ya no existe. Quien no lo haga, quizá lo abandone pronto. Pero en ambos casos, es difícil no reconocer que Yeo ha conseguido algo especial: un juego que se siente más como una experiencia de vida, que a un simple entretenimiento.

Fading Afternoon

Fading Afternoon
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Es una obra que respira autenticidad y melancolía. No es para todos los jugadores y cuesta adaptarse a los controles, sin embargo, quienes le dediquen tiempo descubrirán una experiencia breve, intensa y con múltiples capas de interpretación. Más que un videojuego, es una vivencia pixelada sobre el paso del tiempo y la huella que deja.
Es una obra que respira autenticidad y melancolía. No es para todos los jugadores y cuesta adaptarse a los controles, sin embargo, quienes le dediquen tiempo descubrirán una experiencia breve, intensa y con múltiples capas de interpretación. Más que un videojuego, es una vivencia pixelada sobre el paso del tiempo y la huella que deja.
75/100
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