Análisis | The Stone of Madness

Analizamos The Stone of Madness una experiencia de sigilo y estrategia con mucho arte.

En un rincón olvidado de la historia, donde la fe y el fanatismo danzan en una siniestra coreografía, se alza en los Pirineos, un monasterio del siglo XVIII convertido en manicomio y prisión inquisitorial. En este opresivo escenario se desarrolla la aventura de la cual os hablaré hoy: The Stone of Madness, un juego de sigilo táctico en tiempo real creado por los estudios españoles The Game Kitchen (Blasphemous) y Teku Studios (Candle). Inspirado en clásicos como Commandos y Desperados, pero con una narrativa que recuerda la maestría literaria de Umberto Eco, el título sumerge al jugador en un thriller psicológico donde la locura es un recurso estratégico y también un obstáculo implacable.

Cinco prisioneros desesperan por escapar, enfrentándose no solo a la vigilancia de los guardias y los crueles castigos, sino también a su propia fragilidad mental. La locura no es un mero adorno narrativo, sino un pilar central de la jugabilidad: los traumas y fobias de cada personaje moldearán su comportamiento, afectando las decisiones del jugador y agregando una capa de profundidad a la exploración y el sigilo. Aquí, la cordura es un recurso tan crucial como la astucia, y perder el control puede significar la diferencia entre la libertad y el encierro eterno.

La ambientación, inspirada en las pinturas negras de Goya, no hace más que reforzar la sensación de horror psicológico, transportando al jugador a un mundo donde la superstición y la represión imperan. Con una estética evocadora y mecánicas innovadoras, The Stone of Madness ofrece una experiencia inmersiva en la que cada acción tiene consecuencias. A continuación, analizaré en detalle cada aspecto del juego, pero puedo adelantar que, a pesar de no ser un género que suele atraerme, esta obra ha conseguido cautivarme hasta convertirse en uno de mis títulos predilectos. ¿Quieres saber por qué? Sigue leyendo.

La trama de The Stone of Madness nos transporta a un monasterio del siglo XVIII, un lugar de recogimiento que esconde una verdad aterradora: no es solo un refugio religioso, sino también un manicomio donde la Iglesia encierra a aquellos considerados herejes, rebeldes o simplemente inconvenientes. En este contexto, el jugador asume el papel de un grupo de personajes encarcelados por razones diversas, desde el sacerdote Alfredo, condenado por cuestionar la corrupción eclesiástica, hasta Leonora, una mujer de pasado oscuro y sed de venganza.

La historia no solo gira en torno a la fuga, sino también al desentrañamiento de los oscuros experimentos que se llevan a cabo dentro de los muros del monasterio. Entre sesiones de tortura disfrazadas de tratamientos médicos y la manipulación de la fe como herramienta de control, la narrativa se desarrolla de manera no lineal, permitiendo descubrir diferentes facetas del misterio según las decisiones del jugador.

The Stone of Madness se basa en la estrategia y el sigilo, con un enfoque que recuerda a los clásicos del género, pero con mecánicas propias que lo hacen resaltar del resto. Cada personaje posee habilidades únicas que resultan esenciales para progresar: Eduardo, el gigante mudo, puede mover objetos pesados, mientras que Amelia, una niña recluida contra su voluntad, puede colarse por espacios angostos.

Uno de los aspectos más innovadores es la gestión de la cordura. La locura acecha a los protagonistas, y el desgaste mental puede generar efectos impredecibles, desde ataques de pánico hasta alucinaciones. Este sistema obliga al jugador a equilibrar sus acciones, evitando exigir en demasía a los personajes y buscando maneras de aliviar su angustia a través de descanso, interacciones entre ellos y el uso de ciertos objetos.

El monasterio está dividido en diferentes áreas con seguridad variable, y las patrullas de guardias cambian según el momento del día. El ciclo diurno-nocturno influye en la dificultad de la exploración, con oportunidades únicas que surgen en cada horario. La toma de decisiones es clave, ya que ciertas acciones pueden elevar el nivel de alerta, haciendo la fuga más complicada.

Visualmente, el juego destaca por su estética artesanal, con un diseño de personajes y entornos que evocan ilustraciones de libros antiguos. Cada escenario está meticulosamente detallado, desde los silenciosos claustros hasta las oscuras y frías celdas. El uso de la iluminación y la paleta de colores refuerza la sensación de encierro y desesperanza, mientras que las animaciones, aunque sutiles, transmiten la fragilidad y el estado mental de los personajes. Es como si el jugador estuviese dentro de una obra pictórica de la época.

El apartado sonoro no hace más que reforzar la ambientación mediante inquietantes melodías corales a cargo de Pascual de Gallego y un meticuloso diseño de audio que sumerge al jugador en la atmósfera opresiva del monasterio. El eco de los pasos en pasillos vacíos, el crujir de la madera envejecida y los susurros de los internos refuerzan la sensación de tensión y claustrofobia. Las voces, aunque limitadas, transmiten con acierto la angustia de los protagonistas, añadiendo una capa emocional a la narrativa. Si bien no todos los diálogos cuentan con interpretación vocal, el trabajo de los actores es excepcional. Personalmente, habría preferido que el juego estuviera completamente doblado al español.