Análisis | Morkull Ragast’s Rage

Encarna al Dios de la Muerte y adéntrate en este metroidvania en 2D que combina acción, plataformas y exploración.

Los juegos exigentes han pasado de ser un nicho de jugadores incondicionales a convertirse en una corriente que domina la industria actual. Desde Demon’s Souls y posteriormente la consagración de Dark Souls, la dificultad bien medida y el aprendizaje basado en el ensayo y el error se han convertido en un pilar de diseño buscado y apreciado por muchos jugadores. En los últimos años, esta filosofía ha traspasado los límites del género de acción y RPG para adentrarse en otros terrenos, como el de las plataformas y los metroidvania.

Títulos como Hollow Knight, Celeste o Blasphemous han demostrado que existe una amplia comunidad de jugadores dispuesta a sumergirse en mundos donde cada error puede ser letal, siempre que la recompensa sea una auténtica sensación de superación. En este contexto hoy os hablaré de Morkull Ragast’s Rage, un juego que recoge la esencia de los metroidvania más exigentes y la combina con una estética oscura y una jugabilidad que pone a prueba los reflejos. Con escenarios dibujados a mano, un sistema de combate que premia la precisión y una historia original, se presenta como una propuesta que no solo rinde homenaje a sus influencias, sino que busca construir su propia identidad.

El jugador tomará  el control de Morkull, el Dios de la Muerte y la Oscuridad, quien ha sido atrapado dentro del videojuego por sus propios desarrolladores. Ahora, consciente de su existencia como personaje digital, su único propósito será huir de su prisión virtual y reclamar el lugar que le corresponde.

Sin embargo, la tarea no será sencilla. Durante su ausencia, el dios Galat ha usurpado su trono y sus esbirros. Tan solo su fiel sirviente Alfred permanece leal, aunque con cierto escepticismo ante la misión de su amo. La historia de Morkull Ragast’s Rage se apoya en una constante rotura de la cuarta pared, con el protagonista interactuando directamente con el jugador, amenazándolo y exigiéndole ayuda para alcanzar su objetivo. Esta capa metanarrativa añade un tono humorístico que dota al personaje de carisma y le da un toque único a la aventura.

Si algo define a Morkull Ragast’s Rage, es su sistema de combate meticuloso y desafiante. A medida que avanzamos, Morkull desbloqueará nuevas habilidades que no solo le permitirán atacar con mayor eficacia, sino que también serán clave para avanzar. Es un juego que recompensa la paciencia y la experimentación: las habilidades no son inmediatas ni fáciles de dominar, pero una vez aprendidas, la sensación de control es absoluta.

Sin embargo, el juego no se lo pone fácil al jugador. La penalización por morir es severa ya que perderemos la mitad de las almas recolectadas al matar enemigos y regresaremos al punto de guardado (checkpoint), que, desafortunadamente estará lejos de nuestra posición. Este sistema hace que el jugador esté en constante tensión ya que cualquier error de cálculo le puede salir muy caro.

Por otro lado, en cuanto al mpa, Morkull Ragast’s Rage está compuesto por zonas independientes pero interconectadas, lo que incentiva la exploración y la búsqueda de secretos. No basta con seguir un camino lineal; en más de una ocasión, el jugador tendrá que retroceder a zonas ya visitadas para descubrir nuevas rutas desbloqueadas gracias a las habilidades adquiridas. Eso sí, la navegación puede volverse frustrante en algunos momentos debido a la ausencia de indicaciones claras sobre los objetivos. El juego obliga a estar atentos al entorno y recordar los caminos explorados, una decisión de diseño que encantará a los puristas, pero que puede desesperar a quienes buscan una experiencia que les lleve de la mano.

Uno de los aspectos más sobresalientes de Morkull Ragast’s Rage es su apartado artístico. Sus entornos 2D, dibujados a mano con meticulosa precisión, recrean una estética oscura que evoca los títulos en los que se inspira. Cada escenario desprende una atmósfera de decadencia y misterio, potenciada por un magistral uso de la iluminación y los contrastes.

En cuanto al sonido, el juego cumple con creces. La banda sonora acompaña con composiciones que oscilan entre lo melancólico y lo épico, adaptándose a la intensidad de cada situación. Los efectos de sonido, por su parte, aportan el impacto necesario a los combates.

Morkull Ragast’s Rage es una obra con un enorme potencial. Su propuesta jugable está bien fundamentada, con un sistema de combate que exige precisión y una exploración que premia la perseverancia. La estética artesanal de sus entornos y su narrativa que rompe la cuarta pared le otorgan una identidad propia dentro del género.

No obstante, el juego también presenta ciertas asperezas que pueden frustrar a más de un jugador. La falta de indicaciones en la exploración y la penalización severa al morir pueden hacer que la jugabilidad se sienta más estricta de lo necesario.

Con todo, estamos ante un título que recoge lo mejor de los grandes del género y adereza la receta con elementos distintivos, ofreciendo una experiencia que vale la pena para los amantes de los metroidvania y la jugabilidad exigente.